sábado, agosto 05, 2006

Arañas sí, telarañas no

Efectivamente, un trago de mi infancia puede ser demasiado, puede atarantar a cualquiera. Entre el atropellamiento en la esquina de la escuela y dos milímetros a punto de un cortocircuito seguido de una grácil huída, hay mucho por recuperar.
Tengo arañas en la cabeza, tejiendo pensamientos todo el día, atrapando sombras y recuerdos, devorando memorias. Unas usan dedales de latón, otras de porcelana y algunas los usan de metales de colores. Hay, claro está, muchas que no los usan.
Debajo de toda esa maquinaria ordenada, vive la naturaleza en forma pura. Obviamente soy lujurioso, perverso y malvado, aunque constantemente me enfrente en batalla sangrienta contra esto último.
Fe, no la tengo. De verdad, la perdí. Creo con toda mi existencia en cada átomo que compone la sinfonía universal; creo, pero no le tengo fe. O quizá sí, pero es una fe descorazonada y triste. Es una penumbra que, en la reinante desorientación, bien puede pasar por amanecer o atardecer. Pero yo no muero tan fácil, aunque me torture la noche.

2 comentarios:

María Montelongo dijo...

Alguna vez pensé tener arañas tejiendo telarañas en la cabeza, luego, supe que las arañas las tenía en los dedos. El amor como la fe son mentales, cada quien teje con esos hilos, ya sean, abismos, caidas, vuelos, cementos, terremotos, ciudades, tequilas, dragones y uno que otra explosión orgásmica siempre con el ingredientge personal, no importa si es de un lujurioso, de un perverso, malvado o de un átomo puro.
Saludos
isa

María Montelongo dijo...

usted don Kriz, para terminar de chorear en su blog, es un acto de fe irónica.