martes, abril 17, 2007

Segmentos

Si prometo alcanzar el cielo, tocar el color, descifrar las conexiones, ¿serías mi fantasía? Aquella colección de setenta segmentos supera la existencia material y aún cabe en un sueño, flota en el tacto interno de la palma izquierda, en el cosquilleo de las venas. No es maldad, sino deseos de pureza, lo que proyecta mi voz.
En la conciencia de la vastedad divina, las risas monótonas me parecen pura decepción lineal. Me enfermo de ideas vacías que fragmentan la sensación, que consumen el romance espiritual que me queda en la sangre. No es apatía, es decepción llana y soberbia.
Existo en el mundo etéreo con un lobo a la diestra y un ángel a la siniestra, compartiendo cada paso y respiración conmigo. Ahí sueño con los sutiles hilos de la vida, donde ciencia y magia se llaman igual y los nombres son notas y las ideas son colores. Ahí llevo el campo de virĭdis en el corazón, la reliquia de anbar como joya en la muñeca y la espada de argentum enfundada en azul. Ese es mi refugio.

Cosmos

En el límite del espectro, la membrana del orden está poblada de incontables eventos caóticos. Ahí, un suspiro resuena como un grito y los entes se comunican con explosiones y descargas. Todo es cruel, despiadado y lleno de deseo. Sobre ese velo está pintada la calma que da la comprensión.
En mi condición de ser material, me escapo entre las sombras, me deslizo entre las ideas y los sueños, me escondo del mundo y las miradas entre las historias y los símbolos.
Yo mismo he olvidado cómo pronunciar los conjuros, pero conozco el andar de quienes llevan dentro la magia, con su movimiento intermitente delineado con pasteles cálidos[2].