martes, agosto 29, 2006

Me atrevo

Me atrevo contra la miseria, me atrevo contra lo común. Me atrevo contra mí mismo. Solo me importa a mí, por supuesto. Es un camino de soledad, eso lo he sabido siempre. Es soberbia disfrazada de cobardía, disfrazada de distancia, disfrazada de ardor. Imposible como estrellas en el vacío. Días como hoy hace frío y calma, seguidos de tibieza carmesí. Pero no hace viento ni amanecer, solo se perpetúa la emoción frágil.
Me quedan los detalles y la llama que los alimenta, solo eso. Si fuera humilde, seguro bastaría. Respirar también bastaría. Descanso en la contemplación de las criaturas inocentes; solo parpadear me devuelve a la guerra. Así soy.

sábado, agosto 26, 2006

A ojos cerrados

No es que no quiera expresarme, solo que temo no saber cuándo callar. El eco de un solo crepitar llenaría mil páginas: Ær y la distancia y el renacer, la cacería y la libertad, la soledad y el camino, el desierto y los conjuros, los símbolos, la noche y sus historias... el olivo, la plata y el ámbar.
A veces crear se parece mucho a recordar; se parece a conocer por primera vez lo que es perpetuo y está vivo; no tiene dueño y es fiel a su origen.
La sinceridad nunca es cobarde. Aunque prefiero devorar con la vista, quebraré el momento.

domingo, agosto 13, 2006

Hipo

Al alma le da hipo también. Del griego ὑπο -- escaséz. Así era la vida en el desierto también. Así era en las civilizaciones antiguas, cuando quedaban ya muy pocos que recordaran los pactos y los conjuros, cuando hacíamos todo con las manos y la cabeza y los labios y el pecho.
La imagen es el bosquejo de un lugar que no existe, pero yo lo conozco perfectamente. Próximamente se podrá ver con más detalle y un diseño más elaborado en mi blog de creaciones literarias.

sábado, agosto 05, 2006

Arañas sí, telarañas no

Efectivamente, un trago de mi infancia puede ser demasiado, puede atarantar a cualquiera. Entre el atropellamiento en la esquina de la escuela y dos milímetros a punto de un cortocircuito seguido de una grácil huída, hay mucho por recuperar.
Tengo arañas en la cabeza, tejiendo pensamientos todo el día, atrapando sombras y recuerdos, devorando memorias. Unas usan dedales de latón, otras de porcelana y algunas los usan de metales de colores. Hay, claro está, muchas que no los usan.
Debajo de toda esa maquinaria ordenada, vive la naturaleza en forma pura. Obviamente soy lujurioso, perverso y malvado, aunque constantemente me enfrente en batalla sangrienta contra esto último.
Fe, no la tengo. De verdad, la perdí. Creo con toda mi existencia en cada átomo que compone la sinfonía universal; creo, pero no le tengo fe. O quizá sí, pero es una fe descorazonada y triste. Es una penumbra que, en la reinante desorientación, bien puede pasar por amanecer o atardecer. Pero yo no muero tan fácil, aunque me torture la noche.