Encuentro hermosa la inteligencia. Acompañada de ternura y delicadeza, es suprema. La curiosidad, admirable a la vez que amenazante [2,3]. Las conversaciones llenas de claridad, preciosas. Yo te miraría en ultravioleta todo el día, con reflejos de neón en cada borde, tajándote el perfil con las pupilas.
En otra época logré revelar el motivo con la sola intención. Aquello era más presunción y empeño insincero, pero era expresión sensible. Alguna vez logré la manifestación dispar, quizá mi hermano el profeta ártico lo recuerde también, cuando la estrella se volcó en mí. Aquella doctrina cedió a mi abandono, pero el aroma perdura y el gesto[2] me acompaña, en espera de la ternura y la desgracia.
Yo te consumiría sin descanso hasta encontrarle nombre al canto que te brota entre los pechos.
lunes, enero 21, 2008
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
1 comentario:
al menos a ti, el aroma te perdura...
Saludos desde Rep. Dom.
Publicar un comentario