martes, enero 08, 2008

Desprecio

No hay manera en que muera de olvido. Desconozco la frontera entre recuerdos, deseos y presente. Pertenecen a la misma sustancia en mi alquimia, ofrecen el mismo sosiego insípido.
Soy una tormenta de hilazas de tiempo. Soy la brisa helada que carcome todas las texturas. Soy el exhalar sereno. Soy la calma simulada. Soy la severidad sombría.
Son los espacios en blanco quienes realmente trazan mi existencia. Lo demás es solo carbón y agua. Y cuando el agobio apremia, de cada rincón brota la psicodelia, cada arista se me torna inalcanzable, dolorosa y fascinante a la vez. En un instante y dos eones, vuelvo al espacio monocromo, al palpitar pendular.
Del odio a la desesperación, del ardor a la ternura -- de nuevo en dos acordes y un azote. Con ese aire adelgazado que me hunde en el torpor nocturno, con esa duermevela disfrazada de recuerdo y sublimación, la realidad es mera descortesía funesta.

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