Siempre es temerario descuidar el fuego entre los dedos; así pierden las flores sus pétalos. Si me atrevo a dolerme al mirar sobre el hombro, es por desencanto. Se llama perfidia, tiene gusto a desasosiego. Pero es pasajero, como la sed y los sueños.
Te falta olvido, sensación. Te falta cariño y te sobra desdén. Te falta el desahogo, lo sé, pero no vendrá. Se habrán de descarnar estas manos y sangrarán estos labios; nada volverá, pero en el último momento será mi cansancio viejo quien encuentre la libertad.
domingo, enero 07, 2007
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