Necesito morder y destrozar. Ser ofrenda, altar y sacrificio.
Se asoma el colapso de toda emoción jamás reprimida, de todo deseo frustrado, de toda palabra y gesto inexpresados. Cuando llegue el fin, no será inesperado; llegará primero a mis ojos, serán mis palabras quienes lo invoquen. La espera siempre fue demasiada, aún antes de conocerla. El ansia me consumió desde que me labré el destino.
Y en la oscuridad más helada, respirar pureza. Estoy hecho de destrucción y renacimiento. Necesito soltar los recuerdos, o seguro el primer golpe será para ellos. De lleno en la frente angustiada.
Pronunciar los nombres secretos que despiertan las múltiples facetas de existir... y el nombre último, que libera la esencia y provoca la unidad. Así corre la brisa en mis sueños, así es la intimidad de mis caricias.
lunes, septiembre 17, 2007
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