No existe la salvación, y tampoco la condena. El éxtasis es indescriptible y la forma corporal es insuficiente para mostrar su dimensión.
Se trata de la fragilidad de la coincidencia, de tirar las murallas a miradas, del escalofrío permanente que se exalta en la cercanía a la verdad. La posibilidad de lo imposible, eso me enciende.
El encuentro mezcla la sustancia del secreto y el artífice, el símbolo con el mensaje. Nos participa del mismo relato. Como tormenta y mar, como deshielo y montaña, como lluvia y primavera y volcán y fuego. Como centaurea y viento.
Me parece sentir el aroma tibio del espíritu y la intención. Tanto instinto no puede ser insincero. Y qué solitario se está cuando la complicidad celeste prefiere el olvido y el desdén.
Detrás de las palabras y los secretos y los silencios, la melancolía y la añoranza, ahí me encuentras.
miércoles, junio 27, 2007
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