
Conozco la estatua de cristal que llora por dentro. Conozco el brillo en su interior. Conozco el templo antiguo y oscuro donde vive. Conozco el secreto de los labios que se topan en la penumbra y se entregan por instinto y sin remordimientos.
Son labios pálidos que no tiemblan. Que sueñan con civilizaciones decadentes y muertes violentas y no se inmutan.
Viene la tormenta, viene la niebla. Las historias serán vividas y luego se olvidarán. Brotarán las bestias del mar y devorarán a aquellos que teman mirarlas a los ojos. La antorcha será protegida, pero se apagará si no se hace hasta el último sacrificio.
No hay calma que valga ni descanso que llegue con los vientos. Esta es la hora del conjurador.