
A veces me siento junto a los ríos que forman las palabras y sueño con las voces silenciadas. A veces me despojo de mí mismo y me encuentro al descubierto. A veces me pierdo en el ensueño de la gloria carmesí y sus paisajes apocalípticos, pero cada día termina con volver al silencio y las sombras.
Paso las noches minando sueños y cribando tristeza, reviviendo los mitos de la bestia irrefrenable, encarnando sus hombros perforados por cadenas. Paso los días mirando a todas las criaturas desde lejos, ignorante de la voz que despierte la conexión con sus esencias.
A veces no es valentía aquello que mueve mi sangre, sino el ardor de la bestia, rebosante de ira y a punto de escapar.